La gente del EC3: Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica (Universidad de Granada) ha publicado otro de sus productos sobre citas e impacto de los autores, de esos tan del gusto de arcanos y misterios. Se trata de La Biblioteconomía y Documentación española según Google Scholar Citations. Pero que nombre más poco imaginativo…
Bueno ¿Y mi circunstancia y yo? Pues en el puesto 36 de 336. 250 citas en los últimos 5 años, y 598 en total. Mi índice H de los últimos 5 años es 8, y mi i10 es 5. No está mal, teniendo en cuenta que apenas he publicado desde 2013, así que mantengo el tipo. A ello hay que añadir que mis publicaciones no suelen corresponder con frentes de investigación. Así que feliz, que ya me estoy haciendo mayor, y no es cuestión de enredar.
No debe pasarse por alto que, evidentemente, Scholar no es Web of Knowledge, ni Scopus. Sobre factores de impacto, altmetrics y otras religiones mistéricas ya trabajan otros expertos, y yo no lo soy. A pesar de mi natural criticismo con estos indicadores, o quizá más bien con el uso artero y ladino que algunos interesados hacen de ellos, el tema me interesa, y suelo cotillear por estos lares, a ver que aprendo. Y escarbando me han llamado la atención varias cosas:
- Los investigadores que copan las primeras posiciones del ranking se dedican, precisamente, a bibliometría e informetría 😉 ergo éste es un tema de importancia clave a escala mundial.
- Mi universidad (UNIZAR) aparece clasificada como la última entre las universidades públicas que imparten grado y doctorado…
- El número de revistas que reciben un número interesante de citas se reduce a las quince primeras. El resto pasan desaparecibidas. Buena referencia para saber dónde publicar… y ¿quizá un indicador de que los investigadores españoles leen y usan pocas revistas, y la mitad en español?
- Vamos a los documentos más citados: los que versan sobre bibliometría y se publican en inglés. Incuestionable: 8 de los 10 primeros.
- Impresionante: dos manuales típicos de clase, en español, publicados en 1994 y 1996, respectivamente, entre los veinte documentos más citados. La cosa va a peor si contemplamos los treinta más citados, apareciendo uno de 1991 y otro de 1993. No entro a valorar la calidad de estos textos. Lo único que planteo es si una disciplina, o un grupo contextualizado de investigadores, pueden considerarse científicamente sanos ante este hecho.
- ¿Alucinando? Pero es que el documento en la posición 24 resulta ser, ni más ni menos, una reseña sobre un diccionario, escrito por el propio coordinador del diccionario, sin valor científico. No me aclaro si la gente lee realmente, o cita a boleo sin mirar. Actualización: parece que Scholar se ha columpiado, confundiendo una reseña con las citas sobre la obra que se reseña).
- ¿Realmente nuestra disciplina radica en conocimiento recogido en manuales básicos en español, o puede darse el caso de que se carezca de las habilidades básicas para plantear y desarrollar adecuadamente una investigación científicamente rigurosa?
- Por fin aparezco, en la posición 113, mi documento más famoso, con 50 citas. Que habéis cogido la versión con la coautora mal indicada, es Garrido Picazo 😉