Inteligencia artificial y referencias bibliográficas: un cuento, 2

En la entrada anterior narré la experiencia al consultar con una inteligencia artificial generativa con el objetivo de obtener un conjunto de referencias bibliográficas. Los resultados no fueron muy halagüeños, la verdad…

Pero lo más divertido (o no, según se mire) aún estaba por llegar. Como ya indiqué, las referencias que me ofreció, en un primer momento, parecían relevantes. Como no podía ser menos, eran del ámbito anglosajón, lo que, teniendo en cuenta que las editoriales de referencia de nuestro campo científico editan en inglés, podía ser normal… Pero, sé, había algo que me chirriaba, que no me dejaba satisfecho.

Así que retomé el listado, y me dispuse a comprobar la validez de las referencias… Acudí al catálogo en línea de la Library of Congress, para comprobar la validez de los datos. Anda, si la primera obra no parece existir… Bueno, puede ser un simple error, un autor mal indicado, u otros problemas.

Bueno, probamos la segunda, a ver que pasa… pues tampoco parece existir. ¿Y la tercera? Pues tampoco. Bueno, pues a ver la cuarta… Nada de nada. Finalmente, la quinta… como no podía ser menos, tampoco parece existir. Ante esta situación, acudí al catálogo WordlCat de la OCLC, con los mismos resultados. Y finalmente, por aquello de la autoedición, a Amazon. Como se podía intuir, con los mismos resultados: obras inexistentes.

Evidentmente, esto abre un amplio campo de discusión sobre diferentes aspectos de la información que ofrecen estas primeras generaciones de asistentes. Se pueden abordar temas de calidad, de verificabilidad y de la fiabilidad asociada, de validez de resultados, que darían para mucho. Ahora que asistimos a una fiebre por publicar cualquier tontería poco reflexionada con la excusa de meter la expresión «inteligencia artificial» en el título, recuerdo las numerosísimas tontadas publicadas al furor del COVID-19, que llenaron gran cantidad de papers de cháchara inconsistente e irrelevante. Me temo que vamos a tener que soportar un furor semejante los próximos meses, hasta que aparezca una nueva moda.