Manuales para TFG y TFM: a vueltas con citas y referencias

Una de las cosas buenas que tenía el plan «bolonio» era que los estudiantes debían redactar un trabajo académico serio para terminar sus estudios. Es lo mínimo que se le puede pedir a un titulado/a universitario. En lo que se han convertido luego los TFG/TFM es para hacérselo mirar, con el profesorado como principal responsable del fracaso, por motivos que dan para una discusión larga, en la que no voy a entrar ahora.

Siempre me ha gustado la literatura de referencia para la composición de trabajos científicos: manuales y guías para la adecuada estructuración, redacción y presentación de trabajos académicos. El plan bolonio favoreció la publicación de un buen número de manuales sobre elaboración de trabajos académicos, algo que se echaba en falta en la universidad española: claro, un manual no cuenta para los sexenios…

Durante estos últimos años he adquirido algunos, y consultado bastantes en las bibliotecas. Siendo del área de Sociales, el que más me ha gustado ha sido uno redactado por autores/as del área de Enfermería, lo que no deja de ser curioso… El caso es que cotilleando por catálogos editoriales, descubrí que Alianza Editorial, en su colección Libro de bolsillo, había publicado uno en 2019. Guardo un muy buen recuerdo de esa colección: las creativas cubiertas de Daniel Gil me acompañaron en mi años de estudiante, en la lejana década de 1980. Así que, ni corto ni perezoso, procedí a adquirir un ejemplar.

Cervera Rodríguez, Ángel. Cómo elaborar trabajos académicos y científicos (TFG, TFM, tesis y artículos). Madrid: Alianza Editoral, 2019.

La lectura del texto me ha creado sensaciones contrapuestas: si por un lado la redacción académica y «tradicional» es impecable, y me he sentido a gusto con la lectura, el diseño de la obra me ha parecido erróneo desde su inicio. ¿De verdad un estudiante de cuarto año de grado, o de máster, se siente con ganas y tiempo de leer más de 400 páginas sobre método y técnica de elaboración del TFG/TFM? Creo que la respuesta está clara para docentes con experiencia en dirección de esta clase de trabajos: NO.

El texto adolece, además, de un enfoque excesivamente centrado en el proceso de elaboración tradicional del trabajo académico en ámbito humanístico. Un estudiante de grados técnicos o biomédicos poco puede aprovechar de la estructura, contenido y razonamientos del texto en cuestión. Y no sólo hablando de TFG/TFM; tampoco un doctorando, que no aplique un enfoque humanístico cualitativo, puede extraer de la obra métodos y técnicas que le guíen en el desarrollo de la investigación. Hablar de la «información documental» (pág. 145) como una técnica de investigación revela un desconocimiento preocupante de los procesos de búsqueda, evaluación, selección y gestión de información científica, y de su integración en el proceso continuo de desarrollo de cualquier investigación científica.

Y esto me lleva a centrar la crítica en dos aspectos fundamentales de cualquier proceso de investigación: la búsqueda y consulta de fuentes y recursos de información, y la elaboración del aparato crítico de soporte (popularmente llamado «bibliografía»). En lo que concierne a las fuentes para la investigación, el autor les dedica el capítulo 3 (págs. 109-178). Sin embargo, su tratamiento es superficial e incompleto, mostrando errores y carencias técnicas. En la actualidad no puede seguir hablándose de «libros» como principal fuente y medio de difusión del conocimiento científico, ni recomendar el uso de catálogos de biblioteca como fuente principal. Muestra errores en la tipología, comprensión y explicación de las fuentes de información. Considerar la base de datos del ISBN (cuyo objetivo es el proceso comercial de la obra editada) como fuente es insostenible. Obvia casi por completo el creciente volumen de información científica disponible en repositorios y en revistas abiertas. La redacción de este apartado parece sacada de un manual de fuentes redactado hace 20 ó 30 años. Dedicar un apartado (3.3.) a las fuentes «tecnológicas y digitales» (pág. 122) es otro indicador de lo equivocado del enfoque adoptado, al igual que hablar superficialmente de «fuentes referenciales» o «fuentes bibliográficas». Asombra que hable de Scirus en 2019 como fuente de información científica, cuando Scirus dejó de existir en 2014. Como corolario, baste señalar que varias de las actividades de aplicación que propone el autor muestran errores de concepto y de definición de objetos del trabajo científico.

La segunda área en la que se muestran las carencias del texto es la correspondiente al tratamiento de las referencias bibliográficas. A ello dedica parcialmente el capítulo 4. Confunde el estilo de citas con los estilos de referencias bibliográficas (págs. 177-178), cuando estilo de cita sólo hay dos, correspondientes a numerado y autor-año, y sus posibles variantes. No aclara el fundamento, uso y evolución de los estilos de referencias , pudiendo generar confusión en el lector (por ejemplo incluye en sus propias referencias el manual de la tercera edición de APA, cuando la última versión es la séptima edición). Confunde normas con estilos (norma sólo hay una, la ISO-690). Confunde el sistema de cita Harvard con los estilos de referencias Chicago y APA (pág. 180). El apartado 4.6 (paǵs. 183-184) aún crea más confusión, en cuanto propone formas de citar elementos de referencias bibliográficas, sin especificar a qué estilo corresponden. Cita la norma ISO 690:1987 (pág. 187), que fue sustituida por la versión actual hace una década, lo que hace que características que explica a continuación ya no estén en vigor. A esto cabe añadir que señala la norma UNE erróneamente. Algunas afirmaciones son directamente incorrectas (como la del sangrado francés en todos los estilos de referencia). Para terminar, el apartado 4.9, que dedica a los gestores de referencias, es mejor obviarlo, ya que es incompleto, desactualizado y, en algún extremo, erróneo.

Estas críticas no deben ocultar que, en otros aspectos, es un buen manual, recomendable. Pero también es preocupante que este tipo de problemas con las referencias bibliográficas no se restringen a esta obra en concreto. A pesar de la tradición de erudición que rodea a los estudios de humanidades en las españas, un somero repaso de los sistemas de cita y referencia de un buen número de publicaciones muestra que son manifiestamente mejorables. Y lo voy a dejar ahí…