En la XVII Jornada de Gestión de la Información de SEDIC

La semana pasada asistí a la XVII Jornada de Gestión de la Información de SEDIC, que con el titulo El reto de la información: seguridad, acceso y explotación, se celebró en la Biblioteca Nacional de España. Una Jornada que, en esta ocasión, ofreció un notable claroscuro.

Y es que configurar el programa de un tema tan específico como es la seguridad de la información, combinándolo con temas de acceso y explotación, puede ser bastante difícil, ya que no resulta sencillo combinar ponentes. Si a ello se une una muy desafortunada conferencia inicial, estás a las puertas de un desastre de opinión o de reputación. Puedes hacer diez buenas jornadas y una mala, y, cómo somos los humanos, seguramente recordaremos la mala…

Enumerando las aventuras y desventuras de la jornada:

  • La ponencia inaugural, de Caroline Musserotte, fue francamente mala. Cayó en un error común de muchos conferenciantes estadounidenses, que suelen pensar que  al otro lado del Atlántico somos unos berzas, y que con cualquier intervención típica de gurú californiano, aderezada con elementos multimedia, van a epatar al personal. Mucha moda fashion con el coaching, pero valor, poco tirando a nada.
  • La primera sesión correcta, formal, sin apasionar. Plana, sin material ni contenido para animar a los asistentes. Alguna intervención un poco interesante, pero poco más.
  • Lo que realmente me repele son los comerciales edulcorados como visitas guiadas, tutoriales o talleres. Por favor, SEDIC, ya no más. Ya me resultó infumable el año pasado. Entiendo que los patrocinadores son necesarios, pero hay que exigirles intervenciones más interesantes.
  • La segunda sesión mejoró algo. Las intervenciones de la Fundación Civio y del Open Data Portal empezaron a portar mayor calidad a la jornada. Frente a esto, algún participante desentonó sobremanera, no entendiendo ni a quién se dirigía ni cual era el contexto de su intervención.
  • A mi juicio, la tercera sesión fue la mejor, con diferencia, de la jornada, y elevó el nivel de contenido y de participación de forma sobresaliente. Sólo por el contenido de la misma mereció la pena pasar la sesión matutina. Y es que, además, los ponentes supieron ejercer de oradores. Si además tenemos en cuenta que se celebró desde las 16 horas, un tiempo en el que la gente desconecta o cabecea, sólo cabe volver a resaltar su valor. Esta sesión, junto a la conferencia de clausura, salvaron, en mi opinión, una jornada que empezó en un gris muy oscuro…
  • La conferencia de clausura, a cargo de Genís Roca, resultó un interesante ejercicio sobre qué se puede hacer con los masivos volúmenes de datos que florecen por doquier. Por otra parte, no deja de resultar preocupante que, en un entorno profesional que presume de gestión de información, usuarios y otras alharacas, tengamos que acudir a productos y servicios externos para ver lo que se puede idear y hacer. Y es que las frases de autoayuda tuitera, por mucho que se repitan, no sirven como acicate para abandonar la zona de confort y probar cosas nuevas.