La fiel infantería: panorama de las aplicaciones para informatización de bibliotecas

Nota para ThinkEPI, Grupo de Estrategia y Prospectiva de la Información

En estos tiempos que corren, la modernidad tecnológica y social anda haciendo estragos, ofreciendo atractivos cócteles que prometen nuevas experiencias, con nombres tan sonoros como content curator, open & linked data, community manager, semantic web, assets management y un continuo devenir de prometedores horizontes, que se antojan cercanos, pero que parecen lejanos… y todo ello parece razón más que suficiente para tomar un respiro, alejarse un poco de la corriente que nos lleva, y reflexionar sobre alguno de los aspectos que nos impone la acelerada evolución del sector de la información digital.

En particular, la profunda e interesante discusión sobre el horizonte semántico que se adivina, a medio plazo, para las bibliotecas y sus colecciones de datos y objetos, no debe ocultar el necesario, y en muchas ocasiones olvidado, fundamento sobre el que construir bibliotecas”semánticas”: la información disponible en silos de datos bibliotecarios, creada y gestionada mediante las veteranas aplicaciones para informatización de bibliotecas (o sistemas de automatización, que dirían los más tradicionales). La informatización de bibliotecas fue un clásico en la literatura especializada y en las preocupaciones de los profesionales durante la década de 1980 y primera mitad de la década de 1990, para ir desapareciendo progresivamente ante el empuje de la red, y la puesta en valor de otros tipos de tratamientos y enfoques de los servicios bibliotecarios. Si adoptamos un enfoque meramente secuencial, el desarrollo de la informatización de bibliotecas sería actualmente un campo secundario de la actividad bibliotecaria, teórica y prácticamente conocido y superado, convertido en un mero proceso reiterativo en el cual se registran y describen unos materiales que soportan información, y que pasan a ser objeto de una simple gestión de almacén, con entradas y salidas de inventario según peticiones de usuarios, y ajustadas a un calendario determinado. Vamos, como una contabilidad de libros… y una informatización de archivos tampoco se diferenciaría mucho. Al hilo de esto, habría que preguntarse las razones por las cuales la informatización de archivos o la de museos no ha avanzado al mismo ritmo que la de bibliotecas.

Parece que la informatización de bibliotecas, o de archivos, no es “fashion”, no tiene “glamour” en los días del web social. Y buena parte de la culpa de ello la tienen precisamente las herramientas que se usan. Una revisión de sus funcionalidades técnicas actuales, comparadas con las que ofrecían hace una década, parece demostrar que, en realidad, el avance ha sido escaso (Tramullas y Garrido, 2009). Si se analizan las últimas novedades del sector, en realidad nos encontramos con que se trata de nuevas aplicaciones que se construyen para suplir las carencias de las herramientas de informatización, añadiendo capas de nuevas funcionalidades conforme se van detectando nuevas necesidades de los profesionales o de los usuarios finales (Tramullas, Repensando el software para bibliotecas, 2009). El impacto de Google trajo interfaces de búsqueda simplificados en los OPACs… aunque sobre esto habría mucho que hablar y discutir, con esos errores que confunden simplicidad con simpleza. La aparición del web 2.0 tuvo como consecuencia el desarrollo de una capa de funcionalidad de participación, superpuesta a las herramientas de informatización de bibliotecas, a la que se ha dado en denominar “OPAC 2.0”… aunque sobre esto también habría mucho que analizar. La conversión al web semántico está obligando a la aparición de capas de funcionalidad de intercambio y transformación de metadatos entre sistemas… y también sobre la colaboración e interacción entre sistemas bibliotecarios se abre todo un mundo por estudiar. Probablemente a corto plazo podremos ver cómo se incorporan nuevas capas de funcionalidad que extiendan las prestaciones.

Se puede argumentar que este modelo de desarrollo de productos de software resulta lógico, y viene determinado por la estructura de costes de la informatización de bibliotecas. Existe un elevado número de instalaciones de software propietario, que han requerido fuertes inversiones en licencias, infraestructura y formación, y que es necesario amortizar. Sin embargo, el modelo de desarrollo de software propietario cerrado se va a ir convirtiendo en inviable, precisamente por su propia filosofía y estructura de costes. El proceso de concentración de empresas y productos que vivió el sector hace unos años demuestra este hecho: se compraba para eliminar productos competidores y aumentar la base de clientes propia. Porque el software, en sí mismo, no tiene valor: su valor radica en la utilización que hacen del mismo los usuarios.

El panorama más completo sobre la percepción de las aplicaciones para informatización de bibliotecas lo viene realizando anualmente Marshall Breeding desde 2007. Y si algo debe llamar la atención, es precisamente el uso de la palabra “Percepciones”. La informatización de bibliotecas, desde el punto de vista del proceso, resulta ser mera técnica, aunque gran número de proyectos se han convertido en un fin por sí mismos. Sin embargo, la informatización de bibliotecas es un instrumento para desarrollar las políticas de información y alcanzar los objetivos establecidos para la biblioteca (y lo mismo sirve para el archivo). No voy a insistir de nuevo en que la meta deseada es satisfacer las necesidades del usuario.

Volviendo al aspecto técnico, es posible plantearse cómo cabe esperar que se desarrolle la fiel infantería de software que informatiza las bibliotecas. La primera afirmación indiscutible es que seguirán siendo necesarias aplicaciones informáticas que soporten los procesos de descripción, gestión, consulta y circulación de objetos de información. La segunda afirmación indiscutible es que el modelo comúnmente implantado de informatización bibliotecaria está agotado. A partir de aquí, es posible delinear varias hipótesis:

  1. Se van a definir nuevos modelos teóricos y prácticos de referencia para las aplicaciones de informatización de bibliotecas. Ejemplo de ello es el trabajo llevado a cabo en las Open specifications for library systems LibTechRFP, en 2007, o por el Open Library Environment Project, desarrollado por Kuali OLE, un modelo de aplicación basado en módulos de servicio extensibles.
  2. El modelo de desarrollo y servicio de software libre en el sector va a ir asentándose y madurando progresivamente. No son sólo Koha o PMB: Evergreen, fruto de un consorcio de bibliotecas, aumenta su cuota en Estados Unidos y desembarca en Europa, OPALS  destaca como una aplicación emergente, y en Japón aparece Next-L. En España habrá que estar atento al impacto que tiene Koha-Kobli… y en el software privativo se abre paso otro modelo de desarrollo, más abierto y que combina componentes, de lo que es ejemplo la plataforma Sierra de Innovative Interfaces.
  3. Los silos de datos serán semánticos. Se impone el etiquetado automático en diferentes esquemas, y su apertura para la colaboración y la reutilización. Ejemplo de ello son las transformaciones automáticas que ya realiza eXtensible Catalog (Bowen, 2010). El objeto de trabajo no es el registro: es el dato. La necesidad de desarrollar la descripción de objetos de información en el web semántico ha sido objeto de abundante discusión en 2011. Y no es una cuestión sólo técnica: la revisión y reformulación de los métodos y procedimientos de descripción de objetos de información se van encaminando hacia un cambio profundo a medio plazo. Véase la recomendación del W3C sobre web semántico y bibliotecas. Otra cuestión a ver será cómo se regulan las licencias de uso de datos entre consorcios, catálogos colectivos y demás, que van a necesitar ajustes muy finos.
  4. La presencia en la red de la biblioteca no estará soportada directamente por el sistema de informatización y su OPAC. La expansión de servicios y las necesidades de los usuarios llevarán a que sea un sistema de gestión de contenidos el que soporte esa presencia, en el marco del cual se integrarán el OPAC y otros tipos de servicios y productos de información especializados. Deberá producirse la progresiva transformación de las aplicaciones de informatización de bibliotecas en sistemas especializados para gestión de contenidos. En realidad, esto ya lo apuntó Tomás Saorín en su trabajo de 2003, “Los portales bibliotecarios”…
  5. Se producirá la creación de consorcios colaborativos de bibliotecas cuya actividad vaya más allá de un simple catálogo colectivo de registros. Las perspectivas económicas a corto y medio plazo van a poner en valor el trabajo compartido y distribuido, así como la colaboración en la asunción de costes, en especial en el campo de las herramientas tecnológicas y la gestión de datos. En este contexto se abrirán enormes posibilidades en el campo de la creación y gestión compartida de silos de datos bibliotecarios, merced a las enormes prestaciones que ofrecen los servicios de la nube. Y las aplicaciones para informatización de bibliotecas serán la llave de toda la actividad.

Sea cual sea el futuro, sea con MARC o XML, lo que parece seguro es que las aplicaciones para informatización de bibliotecas seguirán siendo “La pobre, sudorosa y fiel infantería.”

Referencias:

Bowen, J. Moving Librry Metadata toward Linked Data: Opportunities Provided by the eXtensible Catalog. En: Proc. Int’l Conf. on Dublin Core and Metadata Applications 2010, 2010, p. 44-59.

Tramullas, J. Garrido, P. Informatización y digitalización de bibliotecas: factores de desarrollo. Boletín de ANABAD, 4, Oct-Dic., 2009, 187-200.