El navegador como instrumento de gestión de información, 1

Las guerras de navegadores ya tuvieron un primer episodio en la década de 1990, con el enfrentamiento entre Netscape Navigator y Explorer. El mayor potencial de martketing y de penetración casi «obligatoria» de éste último llevaron a la tumba a Navigator, a pesar de ser tecnológicamente superior. No toda la culpa fue de Explorer: no pueden olvidarse los errores de planteamiento de AOL cuando compró Netscape Comm., errores graves y tozudez empresarial que acabaron con un producto poderoso, avanzado y dominante en el mercado. Ahora parece desarrollarse una segunda guerra, de más importancia y calado que la anterior, en cuanto los navegadores, nos guste o no, se han convertido en la principal herramienta para gestionar la información digital, desde la información científica, a las redes sociales, pasando por el ocio y el entretenimiento (ergo dinero…).

Gracias al auge de funcionalidades y aplicaciones 2.0, ahora el usuario dispone de aplicaciones en línea, a las que accede mediante el navegador. Ya no es necesario un paquete ofimático, ni un gestor de base de datos, ni copias de seguridad en soportes que viajan físicamente de una máquina a otra: muchas de las actividades diarias de gestión de información se pueden llevar a cabo sin menoscabo en un ordenador, propio o ajeno, equipado exclusivamente con un navegador. Las funcionalidades de las redes sociales son accesibles sólo desde los navegadores. El acceso a servidores de documentos, de bases de datos, etc. se hace a través del navegador; las aplicaciones cliente han pasado a mejor vida, ya no son necesarias. El impulso de los netbooks, con sus ventajas e inconvenientes, es reflejo de que el centro de interés se traslada a las actividades y tareas en la red, antes que en la máquina personal (o, por lo menos, ésa es la expectativa a medio plazo).

Un navegador no es una herramienta de gestión de información documental tal y como hemos estado acostumbrados a utilizar durante las tres últimas décadas: no define estructuras de datos, no indiza, no ofrece control de autoridades… pero ¿es que los usuarios necesitan esa gestión de información tan especializada? Pues creo que no: les basta con una interfaz más o menos homogénea, y luego ellos ya se apañarán. Y si algo tienen los navegadores, es una elevada homogeneidad visual. A lo que unen su capacidad para aumentar sus prestaciones y funcionalidades mediante plugins o complementos… ¿todos? no, uno de ellos sigue siendo lento, inseguro, y tecnológicamente inferior: Explorer. ¿Cómo es posible, entonces, que sea el más usado en las unidades y servicios de información y documentación? Pues hay respuestas para todos los gustos. Siendo cruel, lo resumiría diciendo que en nuestro país, cualquiera que mal maneja un Windows cree que sabe informática básica, lo cual no sería ni malo ni bueno, si no fuese porque eso precisamente es lo que pasa en un 80% de los servicios de informática de todo tipo de organizaciones. Y eso sí que es malo. Si a los problemas técnicos unes las denuncias y sanciones de la Unión Europea por abuso de posición dominante contra la empresa de Explorer, poco más hace falta. La falta de capacidad para competir en calidad se compensa con presión comercial. Ya he dicho en varios foros que la herramienta de navegador «sensata» para gestionar información es, por ahora, Firefox.

La cuestión de la homogeneidad en la interfaz se limita al navegador, porque los productos de información digital actuales son productos que integran contenidos y funcionalidades.  La interfaz es la aplicación, más que nunca.  El documento digital es contenido, es funcionalidad y es uso. Y es que hay que aceptar que todas esas historias del «concepto de documento», de las varias teorías sobre biblioteca/archivo/centro de documentación, o la vida y milagros de San Otlet son eso precisamente, historias, que difícilmente resisten la confrontación con la realidad y el desarrollo de la sociedad de la información. Como todas las teorías, tuvieron su periodo de validez, pero ya pasó. Y la herramienta necesaria para aceder a la información y a los documentos digitales interactivos es el navegador ¿hay algo más importante para el usuario? Porque sobre aspectos menos teóricos y maś técnicos trataré en una próxima entrada.