Alrededor de los nativos digitales

Los nativos digitales han llamado la atención estos últimos años, sobre todo en cuanto formulación y caracterización de una generación de usuarios, que ahora están todavía en su época educativa. Tras la «definición» de estos «nativos» por parte de M. Prensky, ha sido abudante la bibliografía, tanto a favor como en contra,  señalando las inconsistencias de la misma. A este tema ya dediqué unas notas para Thinkepi hace unos meses. Ahora, la cuestión vuelve, ya que Prensky ha dado un paso más allá, superando a los «digital natives» merced a la «digital wisdom», en un trabajo titulado H. Sapiens Digital: From Digital Immigrants and Digital Natives to Digital Wisdom.

Lo resumo rápido: Prensky dice que lo de nativos y lo de inmigrantes debe superarse, en virtud de lo que llama la «digital wisdom», y que sería cuando la tecnología sirve para realzar y potenciar el pensamiento de la persona. La otra parte de su teoría vuelve a ser la dicotomía que establece por oposición, en este caso, con la «digital cleverness», aquellos que dominan la tecnología, pero no lo hacen de forma que potencie su pensamiento. No se trata de entrar en críticas pretenciosas sobre este tema, que sustituyen el razonamiento con la cita a Heiddeger como argumento de autoridad, como he visto recientemente en un mensaje a una conocida  lista de correo. Puede ser más interesante pensar sobre algunas cosas relacionadas.  Quizá el problema está en aceptar que cuando hablamos de esto, estamos hablando, en principio, desde perspectivas sociológicas, antropológicas y educativas, antes que informativo-documentales. Y no es lo mismo. El procesamiento de información por las personas es componente sustancial del proceso formativo, tanto si es por aprendizaje, como por educación (nótese que distingo entre ambos).  Sobre esta cuestión tienen interesantes reflexiones Pisciteli, entre ellas la referencia al rechazo a la cultura digital por parte de los filósofos tradicionalistas del siglo XX.

Al fin y al cabo, se trata de teorías que tratan de explicar la realidad social. Las disciplinas informativo-documentales son parte de esa realidad, reflejos de ella, pero no pueden explicarlas, ni creo que deban. Sí se pueden servir de esas teorías para analizar, evaluar y mejorar su trabajo frente a sus usuarios. Y teorías, puede haber de diferentes sesgos y enfoques, contrapuestas y afines. De eso se trata: de proponer teorías que puedan ser discutidas. Pero, en todo caso, sí que hay un conjunto de caracteres que todos los que trabajamos en gestión de información documental podemos apreciar cuando nos desenvolvemos en nuestros quehaceres:

  • Hay usuarios más acostumbrados que otros a estar rodeados de elementos tecnológicos que les permiten un procesamiento personal de la información.
  • Estos usuarios suelen tener una edad inferior a los 30 años.
  • Esa costumbre no significa que sean instintivamente mejores conocedores de las herramientas tecnológicas que otros usuarios.
  • Están acostumbrados a recibir e  intercambiar información mediada tecnológicamente.
  • Sus pautas de atención y, en consecuencia, de lectura, han cambiado: su economía de la atención es diferente.
  • La conexión tecnológica es para ellos una necesidad; la interconexión les relaciona socialmente, igual que la presencialidad.
  • Sus necesidades de información son predecibles; su forma de resolverlas puede ser sorprendente.
  • Las diferencias sociales y de riquezaafectan a los nativos digitales.
  • El proceso de cambio es continuo y acelerado.

No sé si atreverme a ponderar que estemos en un proceso de cambio similar a la introducción de la alfabetización escolar con la escuela pública durante el siglo XIX. Y la verdad, no comparto la idea de la estupidez googleniana de Carr: me recuerda aquellos tiempos en los que la Biblia o el Corán eran los únicos libros verdaderos.  «Eppur si muove«…