Hace unos días ya le dediqué una entrada a los problemas que plantea el uso insensato de la nube, de la mano del ardor 2.0. Me temo que, llevados del brillo 2.0, estamos perdiendo un poco el norte, en lo que respecta a tres aspectos fundamentales de las aplicaciones y servicios del tipo 2.0, a saber:
- Los criterios de selección, evaluación y fiabilidad de herramientas 2.0 en la nube.
- Los términos de uso y acceso a las aplicaciones, y
- Los términos de almacenamiento, utilización y propiedad de la información que los usuarios depositan en los servicios 2.0.
Empezando por el último, valga como ejemplo la protesta generalizada esta semana pasada cuando Facebook cambió unilateralmente y sin avisar, los términos de propiedad y uso de la información que los usuarios aportaban a esta conocida red social. «Todo lo vuestro es mío para siempre», sería un resumen caritativo del intento. Ante el rechazo generalizado, la empresa tuvo que dar marcha atrás… por ahora. Seguramente volveremos a ver intentos similares, hasta que lo consigan. Problema: es que la gente tiene la mala costumbre de no leer nunca los términos de uso y las limitaciones de responsabilidad. Si leyésemos las licencias de Apple o de Microsoft, por ejemplo, los usuarios se darían cuentade que pasan la mayor parte de su tiempo de trabajo haciendo cosas que las licencias prohíben. Por ejemplo, en el cercano y amenazador Windows 7, la empresa pretende limitar el derecho del usuario a reproducir, extraer o copiar multimedia, incluso aunque el usuario haya adquirido los derechos para ello. Incluso ya te impiden usar libremente la música comprada por canales tradicionales: otra razón para pasarse a GNU/Linux. Y veremos cómo, además, las autoridades de la competencia en Europa lo consentirán.
En este entorno 2.0, en el cual aplicación (funcionalidades) e información están muy unidas, este problema de licencias se extiende también a los términos de uso de los servicios. Stallman ya ha advertido sobre los peligros del 2.0, que en su mayor parte es propietario. Los usuarios, cegados por la gratuidad, están entregando su independencia a empresas situadas bajo regulaciones extranjeras, haciendo cesiones de derechos que difícilmente aceptaríamos en otros contextos. Pero la cosa no se limita a la información. Estos días ha cerrado Coghead, una conocida empresa dedicada a vender plataformas de servicios... resumiendo: te vendían su plataforma, y sobre ella los usuarios montaban sus aplicaciones, todo muy 2.0… hasta que cierra, y les dice a los usuarios que recojan y salven sus datos, pero que las aplicaciones que han desarrollado, que las den por perdidas… todo de una seriedad recomendable, desde luego. Antes, tenías un cd o disquetes con el programa, si la cosa fallaba, pero ahora te quedas incluso sin eso, porque no se lleva eso de tener copias físicas de las aplicaciones, que antiguo…Imaginemos que perdemos nuestro OPAC, tan mono y tan 2.0, porque la empresa fashion que vendió el servicio va y quiebra…
En una entrada futura hablaré de los cansinos gurúes 2.0, que es un tema que me motiva, temblad, malditos…