El 25 de agosto se cumplieron 25 años, un cuarto de siglo, del mensaje seminal en el grupo de news comp.os.minix , en el cual Linus Torvalds anunciaba que estaba trabajando en un nuevo sistema operativo que superase las limitaciones de minix. Se convertirá en GNU/Linux. El resto ya es historia.
Un mes más tarde, el que esto escribe conseguiría su primer contrato como profesor de universidad (los asociados LRU de aquellos años). En aquellos años trabajaba sobre un 30386DX a 33 Mhz, sobre el que corría un DR-DOS, y encima un Windows 3.11 Trabajo en grupo (todos tenemos un pasado). Apenas un par de años después, el bueno de Antonio Paulo me pasaba una Slackware en discos de 3,5′. En 1997 con Red Hat Linux 5, es cuando uso, con arranques duales, ambos mundos, hasta que en 2005 pasé definitivamente a montar Ubuntu (con Gnome) en todas las máquinas.
Mucho se ha escrito, con mayor o menor fortuna, sobre las ventajas de usar software libre, las mejoras tecnológicas, la seguridad, etc., etc. No me voy a extender en ello, ya que opiniones y argumentos hay para todos los gustos. Sí que quiero llamar la atención sobre dos aspectos que no son plenamente tecnológicos, pero que, en realidad, han resultado claves en el desarrollo de Linux, y cuya influencia se ha extendido a otros campos:
- En primer lugar, las licencias. La proliferación y uso de licencias de software libre, que permiten el acceso, reutilización y modificación del código fuente han significado la extensión de un modelo basado en el depósito y uso común y cooperativo del conocimiento. La popularización del acceso libre al conocimiento se ha extendido a otras áreas, como la producción cultural, y lleva a los ciudadanos a plantearse y rechazar los abusos de la mal entendido propiedad intelectual, que en muchas ocasiones esconde un apropiación privada con ánimo de lucro del acervo cultural de las sociedades.
- En segundo lugar, el modelo de desarrollo de tipo bazar, tal y como lo explicó Eric Raymond en el conocido The Cathedral and the Bazaar. Se trata de la coordinación entre numerosos voluntarios, en un entorno distribuido, que permite crear productos complejos y de alta calidad, mediante la reutilización de componentes y la colaboración, en un modelo de desarrollo incremental acelerado. Muy similar al caminar a hombros de gigantes de la investigación científica.
Seguramente algún lector estará pensando aquello de «mucho Linux, mucho Linux, pero los ordenadores de mi alrededor llevan todos WinX o son Macs…» Y tendrá razón, porque no pasarán de ser meras máquinas de escribir, y para ese menester es suficiente. Porque donde de verdad hace falta potencia, se usa Linux… y a tu alrededor, aunque no se vea a simple vista, también.