Las bibliotecas como plataformas de servicios y productos

Ya estoy cerrando el año con algunas reflexiones sobre lo que va a devenir a las bibliotecas, o lo que dicen, o creo, o comparto, o lo que se tercie… voy a terminar (por ahora), con la propuesta de David Weinberger en Library Journal, que ve la biblioteca como una plataforma de prestación de servicios…pero no de software, sino de conocimiento y participación de los usuarios.

Y es que Weinberger cree que la biblioteca debería ofrecer a usus usuarios no sólo el acceso al conocimiento, sino la posibilidad (y las funcionalidades pertinentes), para que estos usuarios pudiesen crear nuevos servicios. Como él sostiene «…also metadata about that content, its usage, and the social interactions around it». Ahí es nada, los metadatos y las relaciones sociales de los contenidos. Abrir lo más íntimo del proceso de gestión bibliotecaria o, al menos, parte del mismo. Comprensible porque «…library platform would be visible to end-users». Ni más ni menos que la transformación de los sistemas de informatización de bibliotecas, y de los portales bibliotecarios, en plataformas abiertas para el trabajo en colaboración. Y es que si cambiamos el espacio físico de las bibliotecas para favorecer la colaboración entre usuarios (ojalá), lo lógico sería que las plataformas informáticas fueran a renglón seguido.

Añade Weinberger un aspecto muy importante, a mi juicio, y que en los furores dosceristas ha pasado casi desapercibido: la necesidad de vincular la plataforma bibliotecaria con el entorno geográfico y social en el que desarrolla su actividad. Comunidad en la red, comunidad en el espacio. Podíamos aquí recordar la famosa recomendación «piensa globalmente, actúa localmente«.

Este investigador señala que hay dos actuaciones ineludibles para convertir a las bibliotecas en plataformas. La primera es  dar acceso a todo lo que contiene la biblioteca. Evidentemente habŕa materiales que deban ofrecerse en formato físico, cierto. Pero en realidad está haciendo referencia a abrir todos los datos digitales de la biblioteca, y además incorporar a la oferta de la misma la integración de otras fuentes de datos externas que sean de utilidad para el usuario. Y para que los usuarios puedan hacer cosas nuevas, deberían incluir una bien documentada API, como hacen muchos servicios del web social. La existencia de esta API haria posible desarrollar nuevas formas de acceso y uso de la información, del mismo tipo que propone el movimiento OpenData.

La segunda sería facilitar la aparición y desarrollo de redes sociales de conocimiento. Los usuarios que pueden usar esta plataforma tienen diferentes objetivos y necesidades; en consecuencia, sus acciones será diferentes, desde unos pocos desarrolladores activos, hasta un número muy elevado de usuarios finales, pasando por un número más o menos notable de aportadores de contenido, de diferentes tipos o acciones. La plataforma biblioteca debería dar soporte a todos ellos, facilitando su trabajo colaborativo en red, mediante herramientas y funcionalidades. Y en este entorno el soporte a la conversación resulta fundamental.» ¿Cambiamos el catálogo por una red social? dónde vamos a ir a parar….» dirá alguno. No, no se trata de sustituir, se trata de integrar, de facilitar, y de dejar que los usuarios se apañen por sí mismos…