De verdad que desanima comprobar, una vez sí y otra también, que una buena parte del colectivo, tanto profesional como investigador, no se entera de lo que es correcto y adecuado a la hora de preparar referencias bibliográficas para una publicación.
A ver si aclaramos la cuestión de una vez por todas: la ISO 690-2 no está en vigor. La ISO 690-2 no debe usarse en publicaciones. Por favor, borradla ya de la memoria, y de las recomendaciones y requerimientos sobre referencias bibliográficas.
Este recordatorio viene al hilo de recientes correcciones que he tenido que hacer al recibir instrucciones para publicar trabajos. En la primera de ellas, una editorial española recogida en el cacareado índice de «las buenas» me pedía la ISO 690-2. En otra, para las actas de un congreso me pedían redactar las referencias a documentos electrónicos en ISO 690-2. Finalmente, me han llegado instrucciones para un congreso (para más inri de bibliotecas especializadas) en el que me indican que use la ISO 690-2: aún más grave, cuando hace dos años les indiqué el error, lo corrigieron… para volver a olvidarlo ahora. En mi asignatura de primer curso estarían suspensos, y eso que teóricamente son del cuerpo de facultativos…
La explicación de todo esto es simple, y basta con estar al día de la literatura profesional y de las normas del sector de información y documentación. La norma en vigor para referencias bibliográficas es la ISO 690:2010 (lo sabe hasta Wikipedia). Basta con acudir al listado ofrecido por la ISO para comprobar que la actual es de 2010, que actualmente está en revisión, y que sustituyó a la ISO 690:1987 y a la ISO 690-2:1997. Y no caben excusas: que hace casi una década que la norma ha cambiado y ha sido actualizada, y ya ha habido tiempo para ponerse al día.
Para otro día dejamos el «estilo ISO 690», que desde la entrada en vigor de la última versión de la norma, no existe como tal: es una recomendación incluida como anexo, y como se indica expresamente, «no forma parte de la norma».