De nuevo sobre la biblioteca universitaria

Acabo de leer una reciente entrada en el recomendable Bibliographic Wilderness, titulada Academic library existence at risk? En ella, más de lo mismo de lo que me ronda por la cabeza, y he ido escribiendo en este web desde hace varios años: la biblioteca universitaria cada vez lo tiene más difícil…

Pero bueno, seguro que la culpa es de «los otros». Mientras la gente se queja de que si los recortes, que si la falta de sensibilidad por la cultura, que si los usuarios, que si los gerentes… el mundo de la educación superior va por otro camino, y la impresión que me da es que en esta ruta las bibliotecas universitarias (generalizo, por supuesto) quedan en un camino secundario, un desvío a un lugar de vacaciones para clientelas selectas, incluso un poco snobs.

Pero bueno, si es que soy un incendiario, un enemigo de las bibliotecas… nada más lejano de la realidad. Pero el árbol no debe impedir ver el bosque. La entrada que comento se basa en un indicador recogido en el informe trienal sobre la comunidad académica estadounidense, US Faculty Survey 2012, que elabora y publica la afamada institución ITHAKA. En estos informes se atiende a reflejar prácticas y opiniones sobre la actividad docente e investigadora en las universidades, sobre los procesos de comunicación científica, sobre las bibliotecas, y sobre las sociedades científicas.

Pero a lo que iba. El caso es que en el informe recientemente publicado (8 de abril), hay unos indicadores realmente preocupantes:

  •  Because scholarly material is available electronically, colleges and universities should redirect the money spent on library buildings and staff to other needs… 2012: ~18%.
  • Because faculty have easy access to academic content online, the role librarians play at this institution is becoming much less important… 2012: ~20%.

Esto quiere decir que el % correspondiente de los entrevistados está de acuerdo con la afirmación principal. En 2006 sólo estaban conformes con estas  afirmaciones un 8% y un 4% respectivamente. El cálculo se hace muy rápido. Cuando tu clientela piensa que eres superfluo porque no aportas servicios de valor, y esa opinión crece notablemente en poco tiempo, algo se está haciendo mal. Y no vale con echarle la culpa al primero que pasa. Copio varios párrafos de la entrada original:

«Our decades-old service models will not justify our budgets to our host institutions. The services we used to provide are, in fact, no longer as needed/valuable as they once were — no longer as succesful even in cases where what we’re trying to do is still needed and wanted, we’re failing at fulfilling those needs.

We will not survive by focusing on what we think our patrons need and ought to want, in contradiction to what our patrons say and believe they need and want. We will not survive by trying to convince them to want what we provide, but only by changing and coming up with new provisions that excite and delight them.

..//..

Insisting that what we’re doing really is valuable, and our patrons are wrong not to realize it — isn’t going to work (even if it were true, which I do not believe it is).»

Y termino resumiendo el razonamiento final, con el que estoy completamente de acuerdo: hay un lugar para la biblioteca en la universidad, pero sólo si se dan los servicios que la comunidad académica necesita hoy, no los que se necesitaban hace dos décadas. Y dar cursillos incoherentes de pretendida, y pretenciosa, alfabetización informacional, o implementar inconsistententemente repositorios a troche y moche, no parece el mejor camino…