Arquitectura de biblioteca abierta

La arquitectura de bibliotecas no es algo que me apasione, al menos por el momento. Quizá sea debido a los ejercicios de aburrimiento funcionarial o de divismo arquitectónico al que nos someten los arquitectos encargados de la cosa. Al final, acaban siendo espacios regulares en los que se distribuyen estanterías, sillas y mesas. Vamos, un ejemplo de  creatividad, pensados para la participación activa de los usuarios. De todo ello, siempre recordaré lo que aprendí en un clásico de Bruno Zevi, Saber ver la arquitectura: «La esencia de la arquitectura es el espacio interno.» Como la lectura y la adquisición de conocimientos, que son principalmente procesos internos de la persona. Al fin y al cabo, la arquitectura es un proceso de creación y transmisisión de información espacial….

Pero siempre hay excepciones, y pueden verse en los estudios especializados dedicados a la arquitectura de bibliotecas. En este caso, mientras curioseaba por la red mirando cosas de arquitectura (otra de mis debilidades, pero a nivel de gusto estético, no de erudición), me encontré con esta interesante biblioteca en Magdeburgo (Alemania), La Open Air Library, de KARO Architekten, que ha obtenido el Premio Europeo del Espacio Público Urbano 2010. Los libros se encuentran «libres»: cualquier ciudadano puede cogerlos y leerlos, siempre y cuando los devuelva a su lugar. Además, la biblioteca es un espacio cívico abierto, en el que se llevan a cabo actividades escolares, lúdicas y culturales. Y sí, hay una cafetería ¿y qué? Si un país del norte puede hacerlo al aire libre, imaginemos lo que se podría hacer en el Mediterráneo (añadiendo entoldados o similares, claro está). Y demuestra que el silencio no es necesario en una biblioteca. Si no puedes abstraerte leyendo, algo no funciona. Otra cosa es estudiar, pero una biblioteca no debería ser un aparcamiento de  apuntes. Y para los que me conocen, sí, sigo evitando en lo posible esas cansinas, insípidas y reiterativas «visitas a la biblioteca» que se empeñan en hacerte cada vez que vas a una ciudad. Pero hay bibliotecas que hay que ver