El verano trae como consecuencia que los usuarios dejan un poco de lado su atención al mundo digital, para dedicarse a actividades más placenteras. De esta forma, ha pasado casi desapercibida en el entorno bibliotecario español la noticia del verano, que no es otras que la demanda presentada contra OCLC por prácticas monopolísticas y prácticas para evitar la libre competencia. Pues sí, la lucha por el acceso a la información ya está aquí, tribunales por medio, y contra OCLC, ni más ni menos. Edward Corrado lo ha resumido perfectamente en Information Today.
El asunto tiene que ver con el acceso a la base de datos de WorldCat, la joya de la corona de OCLC. SkyRiver, empresa que da servicios de catalogación, ha visto como sus clientes sufrían una recarga económica en la descarga de registros de WordlCat, que otros usuarios no tenían. Al parecer, esto viene motivado por el uso de sus servicios y no los de OCLC. Al mismo tiempo, OCLC ofrecía sustanciales descuentos a potenciales clientes de SkyRiver, para que permaneciesen fieles a OCLC. Como es en los Estados Unidos, la cosa ha acabado en los tribunales. Copio textual del documento de demanda presentado por SkyRiver:
OCLC is… «unlawfully monopolizing the bibliographic data, cataloging service and interlibrary lending markets and is attempting to monopolize the market for integrated library systems by anticompetitive and exclusionary agreements, policies and practices.»
SkyRiver es un empresa del mismo propietario que Innovative Interfaces, que se ha unido a la demanda. Los jueces sentenciarán. Más allá de las riñas entre empresas estadounidenses, hay varias cuestiones en esta situación que deben hacer pensar al colectivo bibliotecario. La primera y fundamental, y que se encuentra en la base de la demanda es ¿De quién son los datos de WorldCat? ¿De OCLC? ¿De los usuarios de OCLC? La propiedad de los metadatos bibliográficos es un tema muy interesante, y que está también en la base del ruin intento de Thomson Reuters de degollar a Zotero.
OCLC es una organización cooperativa, pero no es una hermanita de la caridad. Por el camino ha dejado a toda su competencia, por cierre o compra. OCL no crea registros: los crean y añaden las organizaciones que forman parte de la misma. Eso sí, el 1 de agosto cambia las condiciones de uso de los registros obtenidos de WorldCat, restringiendo su uso por terceros, con lo que realmente hace esclavos a sus clientes, impidiendo la libre competencia en servicios de valor añadido. Las restricciones en el uso de registros lo convierten, al parecer, en un monopolio de facto. Además, OCLC paga impuestos como una organización sin ánimo de lucro, pero actúa como una empresa en libre competencia. Para añadir más leña al fuego, la demanda señala algo muy jugoso:
«OCLC has used its tax-free profits to pay personal cash inducements to key university library officials and provide them with luxury trips to expensive resorts to obtain their commitment to promote OCLC products and the development of those products at their universities…»
Lo interesante de todo esto es que la demanda ha abierto un jugoso y fructífero debate en las listas de correo, blogs y redes sociales, sobre la cuestión. Y la mayor parte de ellas reflexionan sobre la propiedad de los metadatos, si se encuentran en dominio público o no, sobre el papel de la cooperación bibliotecaria, y sobre el modelo de negocio, gobierno y gestión de OCLC. Me voy a permitir unas reflexiones personales:
- Lo importante no son las aplicaciones ni el software: lo importante son los datos. Esto lo ha demostrado claramente el web 2.0: la mayoría de productos han publicado APIs, y la finalidad no es crear aplicaciones: es crear aplicaciones para acceder a los datos y servicios. El uso de los datos, más o menos creativo, es lo que genera riqueza.
- Hay que reflexionar seriamente antes de firmar cualquier contrato: las empresas de servicios intentan colar clausulas abusivas al menor descuido, que te pueden convertir en el esclavo de sus caprichos económicos. Los proveedores de servicios bibliotecarios no son tus amigos ni tus colaboradores: son empresas con ánimo de lucro. Esto no es ni bueno ni malo, simplemente es.
- La tensión por la propiedad de los metadatos digitales, de cualquier tipo, va a ser creciente en los próximos años. Veremos iniciativas abiertas y cooperativas, y productos propietarios y cerrados, de alto coste. En mi opinión, vencerán aquellos que sean capaces de crear una base de usuarios más amplia, basada en principios de colaboración.
- ¿Veremos a nuevos iluminados intentando proteger intelectualmente, para su provecho económico, recursos creados por el resto de nosotros? En España seguro que sí.
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