Reseña: Manual de Ciencias de la Información y Documentación

Este pasado mes de septiembre por fin se ha publicado la nueva edición (corregida y aumentada, como debía ser) del manual ya clásico de Información y Documentación en español. Me refiero al volumen colectivo Manual de Ciencias de la Información y Documentación (Madrid:Pirámide, 2011), coordinado por J. López-Yepes y Mª Rosario Osuna Alarcón.

Me resulta difícil escribir una reseña sobre un volumen en el cual participo como autor (véase el cap. 28, Recuperación de información en el web: procesos y herramientas, pp. 505-527, en colaboración con A. I. Sánchez Casabón). La revisión del índice del manual ofrece un enfoque clásico: teoría e historia, conceptos de biblioteca y archivo, museología, bibliometría… seguido de una parte segunda, dedicada al marco organizativo de la actividad documental, una tercera sobre tratamiento y análisis, pero que en realidad debería haberse divido por lo menos en dos, dada la mezcla entre tratamiento clásico, tratamiento mediado tecnológicamente y recuperación de información, y una quinta, sobre temas relacionados con la empresa… ¿Y la cuarta parte? pues resulta que a Pirámide se le ha olvidado, y no está marcada ni en el índice ni entre los capítulos, cosas del cuidadoso proceso editorial… por eso la tercera es tan amplia y mixta.

Errores editoriales aparte, se trata de un manual de corte y contenido clásico, nada novedoso, que sigue manteniendo algunas cuestiones de enfoque y tratamiento canónicas de hace una década, pero que en la actualidad deberían haberse eliminado o reformulado. En primer lugar, y lo siento por los tradicionalistas, no comparto la acepción como universal del término de nuestra disciplina como «Documentación». Debería haber sido superada hace tiempo, de la misma forma que los centros de documentación han sido superados y rebasados prácticamente por bibliotecas especializadas y archivos. En la actualidad, muchas unidades y servicios se conforman como una mezcla. Yo procuro no formar «documentalistas» sino especialistas o gestores de información, capaces de defenderse en cualquier entorno. Pero claro, es que en algunos capítulos la bibliografía más moderna es del año 2000, lo que explica el conservadurismo de esos textos.

Y es que, a pesar de ser novedad editorial, a este manual le faltan capítulos claves. Le falta un capítulo sobre redes sociales, le falta por completo la biblioteca 2.0, le falta un imprescindible capítulo sobre estándares de metadatos, le falta un capítulo sobre comportamiento informacional (no confundir con estudios de usuarios, por favor), carece de un necesario capítulo sobre inteligencia competitiva, y el web semántico brilla por su ausencia. Está más orientado al tratamiento tradicional, en perjuicio del trabajo de publicación y difusión de contenidos de valor añadido. Además, difiero en el enfoque y conceptualización de varios capítulos más. Valga advertir que nunca me han gustado los «estados normales/canónicos de la ciencia», por lo que me he fijado más en los defectos que en las virtudes, que también las tiene. Entre ellas, es el manual de referencia deseado por cualquier estudiante de primer curso de grado, y debería ser lectura obligada para ellos. Plantea un esquema y una secuencia clara de actividades, en especial en la sección dedicada al tratamiento documental. A pesar de sus carencias, es claro y conciso, y dibuja una visión generalista de la disciplina, sirviendo como punto de partida para un estudio introductorio de las diferentes materias.

Puesto a poner modelos de manuales, ya me gustó mucho el antiguo Colomb, R.M. Information Spaces, Springer, 2002, pero los maś recientes anglosajones deberían ser referencia por su manera de abordar nuestra disciplina: