Lecturas para una cuarentena: las obras completas de James Oliver Curwood

Conocí la obra de James Oliver Curwood por casualidad: mi abuelo tenía entre sus novelas un relato de tramperos y lobos ambientado en el remoto norte canadiense, creo recordar. Debió ser durante la segunda mitad de la década de 1970, y me impactó profundamente su lectura, por la descripción de los paisajes y aventuras que contenía. Era otro mundo.

Pasaron los años, y olvidé la novelita. Cuando mi abuelo falleció en 1987, la recordé, y la busqué para guardarla como recuerdo de la afición a la lectura que entre mi abuelo y mi madre me inculcaron. Conseguí recuperar un ejemplar de Sinuhé el egipcio en una edición de los Libros Reno, de 1962. Pero la de Curwood, por desgracia, había desaparecido para siempre…

Cuando al año siguiente fuí al cine a ver El oso, dirigida por J.J. Annaud, Curwood saltó de nuevo a mis ojos. Durante los últimos treinta años regularmente ha ido rondado por mi cabeza, en destellos, el deseo de buscar relatos de Curwood y leerlos. Pero no fue hasta el año pasado, una vez terminada la oposición, cuando me puse a ello. Mi primera desilusión fue comprobar que no están a la venta, descatalogados, y que es imposible su compra, ni en papel ni en digital. Contacté por teléfono con la editorial, preguntando incluso por sus restos de almacén, pero la editorial Juventud sólo tiene en catálogo Kazán, perro lobo.

Muchas de sus obras puede descargarse libremente, en inglés, del Project Gutenberg. Felizmente, hace unas semanas conseguí encontrar, en un portal de libros de segunda mano, las Obras Completas de James Oliver Curwood, publicadas por la editorial Juventud. Y un precio más que asequible (caramba, 40€ más 5€ de gastos de envío). Cuatro volúmenes con más de cinco mil páginas que recogen todas las novelas del autor. Un volumen es una segunda edición de 1974, pero los otros tres son primeras ediciones de 1965. Requieren algunos cuidados, pero su estado de conservación es aceptable. Una completa felicidad.

Descansaban tranquilas, esperando su momento, en un estante del despacho. Las descripciones de naturaleza de Curwood hay que tomarlas con tiempo, y disfrutarlas. Y en éstas nos golpeó el coronavirus, la universidad nos ha mandado a casa, y los ratos de trabajo delante de la pantalla se eternizan. El volumen I ya está preparado encima de la mesa: la primera lectura que ofrece, en su página 17, es la clásica Los cazadores de lobos… que por casualidad es el relato perdido de mi abuelo.

Se equipa como explorador, toma su mochila y parte hacia las enormes soledades septentrionales en busca de su verdad y de su arte.

(del prólogo de Joseph Green).