La NISO tiene la buena costumbre de no limitar sus actividades a la redacción y venta de estándares (a buen entendedor…). Dentro de sus numerosas actividades, no resultan para nada desdeñables los informes que preparan y publican diferentes comités y grupos de trabajo. Este es el caso que nos ocupa. El NISO ERM Data Standards and Best Practices Review Steering Committee publicó el pasado mes de enero un interesante white paper, intitulado Making Good on the Promise of ERM: A Standards and Best Practices Discussion Paper, en el cual se hace referencia a varios aspectos relacionados con los estándares adoptados para la gestión de recursos electrónicos (electronic resources management). Tomando como punto de partida los estándares establecidos en los proyectos ERMI y ERMI 2 desarrollados por la Digital Library Federation, que se recogieron en un modelo de datos y un diccionario, los autores llevan a cabo un análisis de las deficiencias identificadas en los estándares recogidos en aquellos proyectos.
El texto comienza con un repaso (2. Introduction and Background) de los fundamentos que se establecieron gracias a los proyectos ERMI 1 y 2. El primero de ellos estableció la necesidad de modelar sistemas completos y complejos de gestión de recursos electrónicos, así como las funciones básicas que debía ofrecer para cubrir el ciclo de vida. Fruto de este trabajo fue la definición de un diccionario de datos, que establecía y relacionaba los elementos y componentes de un sistema de este tipo, y un conjunto completo de requerimientos funcionales. El segundo se centró en varios aspectos no cubiertos por el primero, pero que fueron identificados durante su desarrollo, como apoyo a consorcios, estándares de datos, licencias, etc. Sin embargo,el resultado de ambos no llegó nunca a formar un estándar real, y el mercado de productos tampoco evolucionó como se había previsto. Diferentes estudios del estado de la cuestión, que se recogen en el texto que nos ocupa, sirven como referencia de ello.
Esta ralentización llevó a NISO a plantar entre 2008 y 2009 varias acciones para valorar la importancia, necesidad e impacto de los estándares en este campo (3. ERMS and the Current E-Resource Standards Lanscape) . Se plantearon un análisis de deficiencias, una revisión del diccionario de datos, y se llevaron a cabo nuevas consultas sobre funcionalidades a usuarios y productores. Una conclusión interesante fue la dificultad para crear productos que cumpliesen con los resultados de ERMI, dada la rapidez y agilidad con la que se desarrolla su contexto de operación. Una cuestión clave fueron los estándares que deberían adoptarse para asegurar la interoperabilidad de los sistemas, y se identificaron cinco grandes categorías, correspondientes a link resolvers; trabajo, manifestación y punto de acceso; datos de uso y coste; términos de codificación de licencias, e; intercambio de datos usando identificadores institucionales. El núcleo de estudio reseñado se recoge en el apartado 3.c, en el cual se discuten los estándares, buenas prácticas e iniciativas relacionadas con la gestión de recursos electrónicos (y que se recogen específicamente en el Appendix A). OpenURL, IOTA, DOI, MARC21, ONIX, SRN, TRANSFER, SUSHI, SERU, WorldCat Registry, Shibboleth… son siglas y nombres que son conocidas en el contexto bibliotecario, aunque en ocasiones no con todo el detalle que sería necesario. Este apartado sirve como una buena introducción a estos estándares, y a su utilización en el marco de procesos de gestión de recursos electrónicos. El apartado 3.d ofrece el sumario de conclusiones. Propone adoptar los diferentes link resolvers expuestos. Establece como mejores esquemas de descripción de datos a MARC21, ONIX for Serial y TRANFER. Para los usos y costes considera a COUNTER la mejor opción. No propone una solución clara para las cuestiones de licencias. En lo que concierne a identificadores institucionales, propone avanzar más en las soluciones existentes. Pero una de las conclusiones más evidentes la ofrece sobre el propio núcleo y corazón del estudio: defiende que el diccionario que ha servido como referencia hasta el momento no es sostenible ni viable, precisamente por la creciente complejidad del ámbito de estudio, por la evolución del contexto de servicios y productos, y propone dedicar los esfuerzos a proyecto específicos de estandarización que tengan mayor impacto real en la gestión de recursos electrónicos.
Porque se han dado cuenta, y ya les ha costado, que una cuestión fundamental en el trabajo con recursos electrónicos es la gestión de los flujos de trabajo (4. Unfinished Business: the Workflow Support Problem). Lo sorprendente que que les haya costado tres informes llegar a esta conclusión. Por la vía de la práctica han descubierto que no basta con establecer las funcionalidades: que éstas hay que verlas en el contexto de un flujo de trabajo. De hecho, el texto dedica el Appendix C a ofrecer diferentes propuestas de flujos de trabajo aplicados en varias bibliotecas. Sirve como conclusión esta frase de la página 37: “We see improved workflow support as crucial to the success of the next-generation ERMS…”
En una comunidad profesional tan preocupada por los estándares, como es la de los bibliotecarios, no deja de resultar interesante el apreciar un cambio de modelo como éste en lo que concierne a los estándares. Una propuesta que pretende ser global y exhaustiva se ve superada por un cambio de enfoque que pone el interés en estándares más pequeños, específicos, que faciliten la integración y el desarrollo rápido de productos y servicios.