En la conferencia CRECS 2012

Esta semana he participado en la 2ª Conferencia sobre Calidad de revistas de ciencias sociales y humanas CRECS 2012, organizada por el Grupo ThinkEPI y la revista El Profesional de la Información. Además, en la misma se ha presentado el Anuario ThinkEPI 2012.

Últimamente suelo ir poco a congresos, jornadas o conferencias. En primer lugar porque mi carga de trabajo es elevada, y, en segundo, porque me suelo aburrir soberanamente. Pero ya estuve en CRECS 2011, y este año he repetido. Y probablemente iré a CRECS 2013 (que se celebrará en Sevilla). La razón es que me divierto, me lo paso bien, y me permite reunirme con gente sensata, que aprecio, y de la que puedo aprender. Y esto, tal y como está el patio, no es un valor menor. No voy a detenerme a relatar la discusión matutina estrella, acerca de la necesidad de reducir el número de revistas existentes en España de ciencias sociales y humanas, que sobre eso ya insistieron varios prestigiosos ponentes (y poco sospechosos de interés particular).

Isidro Aguillo en modo #motosierra

¿Que hay que contar de este CRECS 2012? Bueno, pues que la calidad en la revistas científicas en España sigue dejando bastante que desear… o no. Depende. Porque en ambos CRECS no se ha abordado todavía en profundidad una cuestión que a mi juicio es clave: ¿qué es la calidad en una revista científica? ¿qué parámetros permiten apreciar la calidad en una revista? Y me voy a permitir disparar contra la FECYT con toda la tranquilidad del mundo: la calidad de una revista no se puede establecer atendiendo principalmente a parámetros meramente formales. Tampoco se puede establecer atendiendo a cumplimiento estricto de protocolos de trabajo. Ambos aspectos, evidentemente, son muy importantes, y son componentes de la evaluación de la calidad. Pero no aseguran la calidad.

El problema de fondo es el concepto de “calidad de la información”. Eso de lo que muchos hablan, pero que basta hacer una revisión bibliográfica para descubrir que pocos investigan. Porque es compleja, y porque, al igual que el propio hecho informativo-documental, resulta ser altamente contextual, y depende de la situación del usuario-destinatario y de sus objetivos y tareas. Y lo siento por los colegas que trabajan en indicadores, rankings y todos estos instrumentos: el problema de origen es que los mecanismos de evaluación de la ciencia, tienen, en su base, un componente “no limpio” que distorsiona la evaluación y selección de artículos para esas revistas que se sitúan en el Olimpo del primer cuartil (y del segundo, del tercero y del cuarto). Hay gente por ahí especializándose en “ingeniería de la cita”. Los bibliómetras lo saben. Como me dijo uno de ellos, del que aprendo cada vez que hablamos, “…tramu, el problema no son los índices, el problema es el uso que se hace de ellos.” Cuestión diferente será analizar, algún día, esa peligrosa tendencia a usar, replicar y no citar al autor original que parece irse extendiendo peligrosamente…

Félix de Moya durante su intervención

La calidad de una revista la definirán sus usuarios. Y estos lo han hecho hasta el momento en virtud de un componente básico: el contenido, que se sigue estructurando bajo la idea clásica de artículo (texto) cerrado, inmutable y permanente. Y será de calidad cuando les sea útil, y les permita avanzar en su conocimiento. El taller de ideas previo que impartió Tomás Saorín sobre enriquecimiento y puesta en valor de los artículos en modelo social y participativo de la revista científica (lo siento, pero paso de la etiqueta 2.0) fue de gran interés, abriendo un buen número de perspectivas… eso sí, nada es gratis, y el trabajo de editores y comités se multiplicaría de forma notable. Pero bueno, poner un pdf cerrado en internet tampoco parece que tenga mucho más recorrido a medio plazo.

¿Y sobre las revistas de información y documentación? pues bien, una mesa redonda en la que aguijoneé un rato a editores de las más importantes, y de la cual salieron airosos, demostrando su compromiso con su trabajo y su dedicación, con mayor o menor fortuna, pero todos ellos con las ideas muy claras, lo cual es de agradecer, y raro de encontrar. No eran revistas dedicadas a mayor gloria del editor, sino gente que trabaja con un objetivo y una ilusión. Cuando se comparan con otras que rellenan su índices con comunicaciones de congresos venidos a menos o peticiones expresas a amigos y coincidentes, la diferencia es abismal. Me pareció muy importante que todos ellos, consciente o inconscientemente, tenían claro que su target era satisfacer a sus lectores, y orientaban el contenido y los procesos de gestión de las revistas a tal fin. Algunas quizá no sean nunca incluidas en listados de calidad, pero no es ese su objetivo principal.

Una recomendación para los organizadores: por favor, prohíban el pogüerpoin. La mayoría de los que vimos ayer eran infames, impropios de un evento que se precie. Si la gente quiere decir mucho, que se tomen la molestia de escribir un documento largo y publicarlo en la red para los interesados, que es casi gratis. Y otra para las casas comerciales: por favor, dejen de hacerme presentaciones comerciales encubiertas, tratándome como si fuese un tonto ignorante, que soy Mendeley Advisor desde hace tiempo, que la mayoría de los profesionales se informan y conocen lo que hay por ahí fuera…