Cómo destruir colecciones de materiales especiales con medios sociales

El pasado mes de agosto, practicando un poco de serendipia, caí por casualidad en una interesante entrada del blog de Sarah Werner, que tenía el sugestivo título de how to destroy special collections with social media. Correspondía a los contenidos de una conferencia que había impartido en la Rare Book School de la University of Virginia, el 29 de julio de 2015.

No soy estudioso del libro antiguo, ni es un tema que me apasione, más allá de la deleitación estética e histórica. pero el título me picó la curiosidad. Ni corto ni perezoso, revisé los materiales. Y, realmente, es una guía de campo (en tres pasos, como señala la autora) de los desastres que hay que hacer para conseguir que las digitalizaciones de las colecciones de materiales pertenecientes a bibliotecas y archivos sean inútiles casi por completo. Y las tres líneas básicas que sirven para destruir el valor de las colecciones especiales son las siguientes:

  1. Haz imposible que las imágenes se puedan compartir, publicando las mismas bajo licencias y derechos que hagan imposible su utilización. Limita su uso gratuito a la contemplación privada e individual. Exige pagos por cualquier otro tipo de uso, sin excepciones. Ofrece una interfaz de consulta propietaria, que nunca ofrezca una imagen a gran tamaño, ni de alta resolución, y que impida la descarga u obtención de una copia de la imagen.
  2. Trata a los documentos como cosas graciosas y fotos bonitas, sin más. No es necesario referenciar, ni siquiera mínimamente, la fuente. Lo importante es divulgar con imágenes bonitas, hacer juegos chistosos…
  3. Ponte a contar cosas que que se pueden enumerar. Obtener indicadores numéricos de las consultas, menciones y reenvíos es adictivo. No importa que ello suponga un coste elevado, y que detraiga recursos de otras actividades, lo que interesa es ser tendencia.

La autora aclara y ejemplifica cada una de estas líneas con ejemplos muy interesantes, que merece la pena revisar.  Además resulta preocupante comprobar que las tres líneas de destrucción parecen coincidir con las políticas oficiales de un elevado número de bibliotecas, archivos y museos. Pero bueno, quiénes somos los demás para decirles a políticos, bibliotecarios y archiveros lo que es mejor para sus colecciones. Realmente, se trata de una lectura refrescante. Como no podía ser menos, su propuesta se cierra con las tres ideas básicas que deberían guiar la puesta en valor de las digitalizaciones de las colecciones especiales, diametralmente opuestas:

  1. Digitalizar con licencias de acceso abierto y con interfaces de uso sencillo.
  2. Enseñar a la audiencia a pensar sobre el pasado, no a reírse de él.
  3. Escoger cuidadosamente los objetivos y no confundir popularidad con interés real