La batalla entre los libros antiguos y modernos

Por casualidad, y mientras compraba un par de ejemplares del excelente Morir matando, de mi buen amigo Diego Navarro Bonilla (crítica de F. Martínez Laínez en ABC libros), entre los insinuantes lomos que se ordenan en las estanterías de la premiada librería Portadores de Sueños, en Zaragoza, me llamó la tención un pequeño libro titulado La batalla entre los libros antiguos y modernos.

Se trataba de un pequeña y cuidada edición de este texto, publicado originalmente por Jonathan Swift en 1704, y que José J. de Olañeta, editor, ha publicado en una edición de A. Bernat Vistarini, con traduccion y notas de C. Serra. En realidad, el título es Relato completo y verídico de la batalla librada el viernes último entre los libros antiguos y los libros modernos en la biblioteca de Saint-James. Se trata de una fábula que, mediante un enfrentamiento militar entre libros de autores clásicos y de autores modernos, en el marco de la biblioteca de Saint-James, representa el enfrentamiento que se estaba produciendo en la ciencia e ilustración británica entre los defensores de la modernidad y la innovación y los defensores de la tradicion clásica. El estudio introductorio de Bernat lo explica con detalle de manera mucho más seria y documentada de lo que yo pueda redactar, así que recomiendo su lectura. Y sobre la batalla, los contendientes van entrando progresivamente en liza, ora tornando hacia un bando, ora hacia el otro… hasta dejar un final abierto, como no podía ser de otra forma, y que Swift justifica con la pretendida pérdida de las últimas páginas del relato.

No me puedo resistir a incluir algunas citas tomadas del texto. El que lo quiera disfrutar completo, tiene la suerte de que está disponible gracias al Proyecto Gutenberg.

  • «Ahora bien, no olvidemos que la tinta es, en todas las batallas entre sabios, la poderosa arma arrojadiza que se tira con una suerte de ingenio al que dan el nombre de pluma; estas plumas las lanzan sobre el enemigo, con igual presteza y fuerza, y en número infinito, los valientes guerreros de ambos campos, igual que si se tratara de un combate de puercoespines.»
  • «Luego, la mayoría van a los almacenes que llaman bibliotecas, en donde son guardados en una sala dispuesta para ellos, y desde entonces empiezan a ser llamados libros de controversia.»
  • «..pero yo creo que en las bibliotecas ocurre lo que en los demás cementerios …///… podríamos decir que un espíritu inquieto ronda cada libro hasta que el plovo o los gusanos se han adueñado del mismo…»
  • «Gracias a mí, los sofistas disertan y sacan conclusiones en los debates más profundos sobre los fundamentos del saber; insipirados en mí, los ingenios que tienen sus tertulias en los sitios públicos en los que se vende y toma café pueden enmendar el estilo de un autor y señalar sus más leves yerros, sin entender siquiera una sola sílaba del asunto que tratan.»