Cómo vivir del cuento de los congresos

Con la crisis, parece que innovar es la única forma de conseguir generar riqueza. Esta idea no va muy desencaminada (excepto en nuestro país, donde la forma rápida de enriquecerse es ser político o chupa-subvenciones), pero parece que los congresos «científicos» siguen siendo, para algunos, la forma de engordar rápidamente su billetero.

Y esto ¿cómo se hace? Bueno, pues es posible delinear la planificación estándar de un evento de este tipo, atendiendo a sus características:

  1. Se le pone un nombre rimbombante, en el que no falte el calificativo international/internacional.
  2. El principal interesado se procura el cargo honorífico de presidente, chairman o similar. De paso, se engorda el curriculo con títulos apañados, que luego pueden servir para la carrera académica.
  3. Se procura un comité científico de postín, internacionalizado, con grandes nombres de la disciplina que se trate, aunque luego resulta que ni lo saben, ni acuden, ni participan en el evento.
  4. Se monta un comité local con curritos varios, a poder ser becarios, para que hagan el trabajo sucio, digo, administrativo, que despiste…
  5. Se lanza un call for papers, con varios recordatorios posteriores, prometiendo el oro y el moro en la publicación final, que si en revista indexada, que si en revistas colaboradoras… así se ahorra el coste de publicación, y de paso se hacen nuevos méritos sin esfuerzo.
  6. Incluso se ofrece que los asistentes propongan, se hagan cargo y gestionen sesiones especializadas, en el marco del congreso. Queda moderno y progre, y se consigue que, además de pagar, los asistentes trabajen gratis a mayor gloria de los organizadores.
  7. Se informa de un procedimiento riguroso y complicado de peer review, incluso con preaceptación evaluada y segunda evaluación sobre texto completo, que parezca el no va más, no vaya a ser que los potenciales clientes, digo investigadores asistentes, sospechen.
  8. Por supuesto, se aceptan, sin revisar, todas las propuestas recibidas. Al autor se le notifica la buena noticia con la felicitación del comité de turno. Al fin y al cabo, ¿quién se va a enterar?
  9. Se publican entonces las condiciones de matrícula y el sitio. Requisito obligatorio es que sea caro, caro. Una inscripción barata parece de pringadillos, de poca calidad.
  10. Que no se olvide que la matrícula da derecho a publicar sólo un paper por autor inscrito. Si presenta más trabajos, por cada paper extra se carga un fee extra. Ya se sabe, los costes de edición, la administración, y un largo etcétera de trabajo añadido lo justifican…
  11. Un buen congreso rentable siempre debe extender sus deadlines. Sirve para ganar tiempo, atraer a autores tardanos, disimular en la composición del programa, y de paso obtener más inscripciones.
  12. Huelga decir que si se recibe alguna consulta o pregunta previa al congreso, debe tardarse un buen tiempo en responder. Si el interfecto insiste, será un cliente petardo, y no es rentable. Mejor que no venga. De paso, parece que se está muy ocupado, y se crea una aureola de misterio sobre el programa final y sus contenidos.

    Congresos de calidad que generan gran interés…
  13. En el programa, se pone a un primer espada de la materia, para que imparta una conferencia sobre la última tendencia. Probablemente dirá generalidades que los asistentes más ilustrados considerarán tópicos, pero que dejarán una buena impresión en el resto. Se le paga el viaje y la estancia, y luego se le deja hacer turismo. Ya no hace falta que aparezca para nada por el congreso, dado que ha cumplido su misión.
  14. El programa, publicado pocos días antes del congreso, debe estar plagado de sesiones consecutivas repletas de presentaciones, de forma que no quepa ni un momento para una mesa redonda seria, ni para preguntas ni intercambio de  pareceres. Una agenda muy apretada significa tranquilidad para todos, no vaya a ser que a los participantes les dé por pensar y ponerse creativos, y duden del estado normal de la ciencia.
  15. Para estar a la moda, junto a sesiones presenciales se organizan sesiones virtuales, de matrícula más barata. Sirven para atraer participantes de las antípodas, obtener un plus de ingresos, nada de gastos, y dar una imagen fashion.
  16. Debe señalarse como obligatoria la realización de una presentación con ordenador. Nunca hay que pedirla por adelantado. Y no poner límites a la misma. No hay manera más segura de rellenar el programa, y no dejar huecos a la participación activa.
  17. Nada de sesiones de pósters correctamente diseñadas. Deben programarse en sitios oscuros, incómodos y en malas horas. No vaya a ser que los participantes intercambien opiniones, cojan confianza, y hablen más de la cuenta.
  18. En la mesa de recepción hay que no saber nada. Todo se redirigirá al chairman o al comité organizador, que estarán siempre ocupados con algo importantísimo en otro lugar.
  19. Como todo el mundo sabe, realmente el congreso durará el primer día. Cuando los asistentes descubren la calidad del evento, van saliendo de la sala discretamente, y sólo aparecerán para cumplir el trámite cuando les toque su exposición. Cuanta menos gente en la sala, mejor. Al fin y al cabo, nadie va a contar por ahí que se ha gastado los siempre escasos recursos para investigación en viajar a un congreso de este tipo.
  20. Por supuesto, en el congreso se reparte un libro (en cualquier soporte) de resúmenes, no vaya a ser que fastidie el negocio posterior. El chairman y algún miembro del comité organizador como editores. Otro mérito…
  21. Una vez acabado el congreso, se dilata en el tiempo la prometida publicación del texto completo. Incluso se puede enviar una nueva peer review, señalando que finalmente no se publicará como estaba prevista, y recomendando el envío a otra revista o congreso diferente. Problema resuelto, que rigor tiene el congreso de turno…
  22. En lo que finalmente se publique, el chairman y su camarilla recogerán los loores de la edición y su contenido. Con redactar una página introductoria (o varias, o parte de una) se consigue otro mérito.
  23. Entre los que finalmente han conseguido publicar a través del congreso sin problemas, y tienen intención de repetir, y los nuevos que no conocen el percal y acudan a una futura edición atraídos por la «vistosidad» de la anterior, ya se tiene asegurada la nueva edición. Que aguante tres o cuatro años, y luego se cambia todo, para seguir igual.
  24. Casi se olvida: en todo congreso que se precia debe haber una cena en un sitio divine, pero con un menú pésimo. Así los asistentes hablarán del menú y del vino, y se dejarán el congreso en un segundo plano.

Nota: ningún chairman, miembro de comité o asistente a congreso ha sufrido maltrato o daños en la preparación y redacción de esta nota. Todo parecido con eventos o hechos reales es pura coincidencia.